Venus y Marte (4° parte)

La habitación estaba a oscuras, solo iluminada por la luz de la calle, estabas en mis brazos, suavemente te apoye en la cama, te bese con pasión mientras te desnudaba, cada prenda que te sacaba besaba esa parte de tu cuerpo desnudo, quedamos totalmente desnudos, mis ojos se deleitaban con esa imagen de Venus perfecta con forma de guitarra, tu cuerpo apenas bronceado por el sol te daba un tono especial, tus pechos redondos de niña mujer, tus muslos casi atléticos, tus caderas serian la perdición de cualquier mortal.

Recorrí tu cuerpo lentamente con mi boca, cada centímetro lo besé, lo saboreé como un manjar, llegue hasta las puertas del paraíso para probar tu miel virgen que por primera vez sentían la humedad de mi lengua, me quedé allí no sé cuanto tiempo disfrutándote, sintiéndote, mientras devoraba tu sexo mis manos acariciaban tus pechos, suavemente te pellizcaba los pezones, tus manos acariciaban mi cabeza, me empujabas cada vez mas mostrándome que el camino era correcto, mi lengua te penetraba y por fin brotó tu primera miel, regalo único.

Te abrasé y te besé, acariciándote el rostro te miré fijamente, tus ojos devolvieron mi mirada, tus piernas se abrieron, apoyé mi sexo en el tuyo, sin dejar de mirarnos comencé a penetrarte, lentamente, suavemente, solo un poco, salí, te besé, tus ojos brillaban, después me confesarías que lo soñaste así, volví a penetrarte un poco mas profundo esta vez, otra vez salí, tu humedad hacia que no fuera doloroso, sin dejar de ver tus ojos, ingresé totalmente, entrecerraste los ojos, te besé, llegaste nuevamente.

Todo el fin de semana estuvimos juntos, no recuerdo si comimos o si salimos del departamento, lo único que recuerdo es este sentimiento que nunca se fue, esta sensación de querer hacerte el amor a cada instante, como si no lo hubiéramos hecho, también recuerdo tu olor que me mantenía en éxtasis, la sensación de no poder estar cerca sin desearnos, tus ojos clavados en mi mente, esa devoción que me profesabas hacia que yo trate por todos los medios de no defraudarte.

Tuvimos nuestro ritual de los Viernes durante seis años sin que nadie supiera jamás lo nuestro, sin fallar uno, siempre allí, siempre tu amor que me llenaba todos los rincones del alma, esa frase tuya que nunca olvido y que cumplís hasta el día de hoy…Nunca voy a dejarte solo…

Pero hay una realidad que los dos sabíamos, nunca podríamos vivir juntos, fue así que a tus 24 llegaste a casa y después de hacernos el amor, me dijiste que tenias algo que decirme, tus ojos se llenaron de lágrimas, me contaste que hay un chico, que tenes que pensar en tu futuro, que nosotros nunca podríamos estar juntos…llorabas tanto que me dolía el alma verte así, te abracé, sentía como mi corazón se iba rompiendo, el nudo en mi garganta no me dejaba hablar, pensé que tenias razón, en mi interior siempre supe que esto pasaría, que tenia que dejarte hacer tu vida.

Fue entonces que me dí cuenta…Te amo