Esta entrada está dedicada a tres grandísimas amigas del blog que están pasando un mal momento, por diversos motivos, y a pedido de mi Angel, que como fiel seguidora, me hizo notar que estaba escribiendo cosas muy tristes, y releyéndome veo que tiene razón, a ellas tres les regalo la siguiente entrada. (Aclaro que este relato tiene, hechos reales, ficción y plagio)
Desde chico fui muy mascotero, me gusta la naturaleza y sus seres no humanos, he tenido mascotas de todo tipo, desde lo mas común hasta alimañas inverosímiles de tener en un depto.
Pero hubo una de estas mascotas que fué muy especial, un hermoso gato naranja o colorado como más prefieran, aunque no lo crean tenia sentido del humor y maldad, como por ejemplo: ni se te ocurra levantarte de noche a oscuras para ir al baño, el muy turro se agazapaba detrás de cualquier mueble y te salía a cazar, podes imaginarte el cagaso que te pegabas.
A este simpático animalito lo encontré en la calle realmente echo mierda, tenia desde conjuntivitis, pasando por sarna, hambruna, descalcificación y que sé yo cuantas cosas mas, lo que se les ocurra. Me dio tanta pena que lo recogí solo para llevarlo a una veterinaria a que lo curen y lo regalen, que inocente de mi parte, obviamente nadie quería hacerse cargo, decidí llevarlo con una amiga mía veterinaria, en cuanto lo vio dijo….”Saca esa porquería de mi veterinaria”… UPS!!!....”Che no seas así y el amor por los desvalidos??, bueno una hora tratando de convencerla hasta que aflojó, como es de suponer toda esa hora el gato a los gritos dentro de una caja, pero cuando digo gritos digo pedazo de gritos, insoportable.
Bueno en conclusión esta bestia se fue curando poco a poco y todos en casa nos encariñamos con él, así que le pusimos de nombre Gregorio, Grego para los amigos, un día, después de dos años de vivir en casa, noté que no estaba bien, lo llevé a lo de mi amiga y me recomendó darle una pastilla, tenia problemas en los riñones, dije pan comido, total cuando era mas chicos le dí tantas boludeces.
Así que compré las pastillas, tomé a Grego entre mis manos, le puse la pastilla en la boca…..
Levanté la pastilla que escupió, volví a tomarlo pero esta vez con más fuerza, no quería abrir la boca, así que le apreté los músculos de las mandíbulas hasta que la abrió, le tiré con fuerza la pastilla en la boca hasta que llegó a la garganta….
Saqué una nueva pastilla de la caja, llamé a mi hermano, bajamos a Grego del ropero, lo pusimos en el suelo, mientras yo lo sostenía de las patas, mi hermano le abrió la boca, lanzó con fuerza la pastilla dentro de la boca de Grego…..
Después de buscarlo por toda la casa sacamos a Grego de atrás de la heladera, lo envolvimos en una toalla estirándolo de forma tal que solo sobresalía la cabeza, con una regla de madera le abrimos la boca, mientras yo lo sostenía con la toalla y de la cabeza, mi hermano abrió su boca casi a los golpes y le mandó la pastilla…..
Luego de desinfectarnos los brazos debido a los rasguños de Grego, lo pudimos ubicar debajo del auto en el garaje, volvimos a amarrarlo como pudimos, tomé una pajilla o sorbete, puse la pastilla en la punta de la misma dentro de la boca de Grego, mientras mi hermano lo sostenía….
Desde chico fui muy mascotero, me gusta la naturaleza y sus seres no humanos, he tenido mascotas de todo tipo, desde lo mas común hasta alimañas inverosímiles de tener en un depto.
Pero hubo una de estas mascotas que fué muy especial, un hermoso gato naranja o colorado como más prefieran, aunque no lo crean tenia sentido del humor y maldad, como por ejemplo: ni se te ocurra levantarte de noche a oscuras para ir al baño, el muy turro se agazapaba detrás de cualquier mueble y te salía a cazar, podes imaginarte el cagaso que te pegabas.
A este simpático animalito lo encontré en la calle realmente echo mierda, tenia desde conjuntivitis, pasando por sarna, hambruna, descalcificación y que sé yo cuantas cosas mas, lo que se les ocurra. Me dio tanta pena que lo recogí solo para llevarlo a una veterinaria a que lo curen y lo regalen, que inocente de mi parte, obviamente nadie quería hacerse cargo, decidí llevarlo con una amiga mía veterinaria, en cuanto lo vio dijo….”Saca esa porquería de mi veterinaria”… UPS!!!....”Che no seas así y el amor por los desvalidos??, bueno una hora tratando de convencerla hasta que aflojó, como es de suponer toda esa hora el gato a los gritos dentro de una caja, pero cuando digo gritos digo pedazo de gritos, insoportable.
Bueno en conclusión esta bestia se fue curando poco a poco y todos en casa nos encariñamos con él, así que le pusimos de nombre Gregorio, Grego para los amigos, un día, después de dos años de vivir en casa, noté que no estaba bien, lo llevé a lo de mi amiga y me recomendó darle una pastilla, tenia problemas en los riñones, dije pan comido, total cuando era mas chicos le dí tantas boludeces.
Así que compré las pastillas, tomé a Grego entre mis manos, le puse la pastilla en la boca…..
Levanté la pastilla que escupió, volví a tomarlo pero esta vez con más fuerza, no quería abrir la boca, así que le apreté los músculos de las mandíbulas hasta que la abrió, le tiré con fuerza la pastilla en la boca hasta que llegó a la garganta….
Saqué una nueva pastilla de la caja, llamé a mi hermano, bajamos a Grego del ropero, lo pusimos en el suelo, mientras yo lo sostenía de las patas, mi hermano le abrió la boca, lanzó con fuerza la pastilla dentro de la boca de Grego…..
Después de buscarlo por toda la casa sacamos a Grego de atrás de la heladera, lo envolvimos en una toalla estirándolo de forma tal que solo sobresalía la cabeza, con una regla de madera le abrimos la boca, mientras yo lo sostenía con la toalla y de la cabeza, mi hermano abrió su boca casi a los golpes y le mandó la pastilla…..
Luego de desinfectarnos los brazos debido a los rasguños de Grego, lo pudimos ubicar debajo del auto en el garaje, volvimos a amarrarlo como pudimos, tomé una pajilla o sorbete, puse la pastilla en la punta de la misma dentro de la boca de Grego, mientras mi hermano lo sostenía….
Revisé la caja para saber si la pastilla era dañina para humanos, llamamos a los bomberos para bajar a Grego del árbol, lo pusimos en el reporero, apretado con las puertas y solo su cabeza fuera, entre los dos le sacudimos la pastilla dentro de la boca, no lo dejamos respirar por un rato para estar seguros que la tragara..…
Mientras arreglábamos la puerta del ropero, el vecino nos avisó que Grego estaba en su techo….
Mientras arreglábamos la puerta del ropero, el vecino nos avisó que Grego estaba en su techo….